Sin perjuicio de que Internet está repleta de webs con indicaciones e instrucciones para que cualquiera sea capaz de lucir el aspecto de un zombi furibundo que apesta a descomposición a varios metros de distancia, nos hemos permitido la libertad de realizar una brevísima guía que resume lo más interesante que hemos podido aprender con nuestra limitada experiencia en la materia hasta la fecha, simpre desde nuestra condición de meros aficionados, con más ilusión que tiempo libre. Ahí van nuestros humildísimos consejos:
1.- No pretendas ser un profesional si no lo eres.
Creemos que es importante limitarse a lo sencillo si no estás familiarizado con la aplicación de técnicas y materiales que, como el latex líquido, requieren una cierta experiencia en su manejo. Ser posibilista en este ámbito del disfraz de muerto puede causar grandes dosis de frustración, porque en un 99,9% de las veces no obtendras resultados mínimamente dignos: las heridas se despegan, las pinturas se resbalan, y, en fin, más que un muerto resucitado acabas pareciendo un payaso que se ha abandonado al alcoholismo (lo cual es de por si bastente aterrador, pero no es el tema que nos ocupa). En el 0,01% restante de los casos, pasará el mismo desastre una media hora después de creas que lo has conseguido por fin.
2.- La sencillez, esa gran virtud.
Simplemente con cera de maquillar de varios colores (blanco, gris, negro, rojo e, incluso, verde si te sientes realmente putrefacto) y un poco de paciencia para distribuirla de manera sabia y equilibrada, podrás lograr un acabado digno de figurar de extra en cualquier clásico del género. Si a ello le añades sangre a borbotones (recomendamos cualquier marca de sangre de pega de las que se pueden encontrar en tiendas especializadas, que atrae menos moscas que la sangre de vaca de la carnicería), incluso puedes tener algún primer plano de tu careto de resucitado. Lo demás es ponerle imaginación: conseguir el look cuidadosamente despeinado, ensuciar y rasgar con cariño la ropa y, en fin, actitud y gruñidos.
3.- Planificación ante todo.
¿Qué tipo de zombi vas a ser? ¿Fresquito y recién convertido o un old-school putrefacto? Tener claro el destino ayuda a planificar el viaje, y por eso es siempre recomendable que te hagas una imagen mental del aspecto que quieres tener, en lugar de lanzarte a la aplicación de potingues y engüentos sin ton ni son. Si eres un muerto reciente, te interesará más una leve y elegante palidez. Si te va el harcore, prepara cera gris (¡o verde!). Y recuerda que todo lo que se ve, debe estar maquillado: las manos y las porciones de carne insinuantes que enseñes entre los desgarrones de tu ropa, todo debería mantener el mismo tono que la cara.
4.- Seguridad y buenos alimentos.
Por supuesto, antes de pringarte de cualquier cosa, es bueno que te asegures de que no eres alérgico a ninguno de sus ingredientes, y, lógicamente, mucho cuidado a la hora de chuperretear líquidos o emplastos que puedan resultar tóxicos (de hecho, se venden unas cápsulas específicas para simular encías sangrantes que dan muy bien el pego, sin necesidad de arriesgarse a una indigestión importante). Un ensayo general con los amiguetes ayudará a que conozcas si algún producto que causa reacción, además de servir para planificar y probar técnicas sin los nervios propios de la inminencia del evento.
5.- No hay reglas.
Insistimos en que los consejos anteriores son exclusivamente fruto de nuestra experiencia. Si quieres intentar la receta tradicional de tu abuela para hacer sangre de pega a base de miel y colorante alimenticio, y no te da miedo convertirte en un imán para los insectos voladores, no te la vamos a impedir. Si un amigo te contó que pegarse cereales del desauyo en la cara con latex líquido sirve para conseguir el aspecto definitivo del lider de la horda de muertos y te ves con ánimo de intentarlo: adelante. Y si tienes algún otro consejo que puede ser útil a los demás: compártelo en el blog, en el facebook, o mándanos un correo para que lo hagamos público garantizando al 100% la confidencialidad en cuanto a la identidad de nuestro informante.
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